La evaluación no es un
hecho aislado del aprendizaje, sino que está profundamente relacionado con el
mismo al permitirnos ver los resultados obtenidos, por un lado, así como
recabar datos de todo el proceso para mejorar con ellos el proceso de
aprendizaje y solventar cualquier dificultad. Es por ello que se dice que quien
no evalúa, se devalúa.
En esta entrada me
limitaré a compartir mi manera de evaluar a mis estudiantes. Para ello, comenzaré
enumerando los diferentes instrumentos que al final de cada trimestre me ayudan
a establecer una calificación numérica del alumnado. Si bien, el hecho de estar
obligada a crear este número no impide que en mi día a día ejerza la evaluación
de una manera algo más creativa y menos tradicional. Por tanto, en primer lugar
citaré los mencionados instrumentos:
-
Dos exámenes (incluyen reading/writing; listening/speaking;
vocabulary/grammar)
-
Proyecto
-
Libro de lectura
-
Participación y actitud (corrección de
ejercicios, role plays, intervenciones en debates, participación en edmodo etc)
-
Trabajo en casa
-
Libreta/trabajo en clase
Cada
uno de estos ítems tiene un porcentaje determinado que determinará la
calificación final, pero además cada uno de estos ítems desarrolla diferentes
aspectos de la evaluación. Por ejemplo, los alumnos disponen de una “checklist”
en las producciones escritas que han de realizar en los exámenes, lo que
implica cierta autoevaluación y reflexión sobre su proceso de aprendizaje en
relación a la producción escrita. De la misma manera, la producción oral
presenta una matriz de valoración que tiene en cuenta la fluidez del alumno,
pronunciación, entonación, contenido, corrección, actitud e interacción. Los exámenes
incluye un parcial con dos unidades nuevas y un trimestral que añade una
tercera unidad nueva, aunque todo el contenido del idioma es acumulativo, por
lo que el primer parcial del segundo cuatrimestre, por ejemplo, incluiría tres
unidades antiguas más dos nuevas y así sucesivamente.
Por
otro lado, los proyectos llevan adjuntos su propia matriz de valoración para
que los alumnos puedan conocer en todo momento lo que se espera de ellos y
ellos a su vez puedan valorar su trabajo en el idioma. Incluyen una amplia variedad
de criterios que valoran no solo la adquisición del idioma sino también la
competencia digital por ejemplo o la competencia de aprender a aprender. Todo
ello ayuda al alumnado a revisar su trabajo y reflexionar sobre la utilidad y
valor de estas matrices para su trabajo, con lo que de alguna manera comparten
la responsabilidad de evaluar con el profesor. Asimismo, la observación directa
en el aula durante las sesiones dedicadas al proyecto forma parte del proceso
de evaluación, valorándose no sólo el trabajo y actitud de esfuerzo, sino
también la colaboración entre los diferentes miembros y trabajo cooperativo. En
cuanto al libro de lectura, se evalúa de forma continuada mediante las tareas
de comprensión que han de realizar tras cada capítulo así como a través de un
examen.
A
modo de síntesis, digamos que los exámenes me permiten valorar los contenidos
que ha de ir aprendiendo el alumnado así como las diferentes destrezas del
idioma. Normalmente es donde detecto más claramente aquellos temas sobre los
que se han de volver a incidir si no se han superado. Con esto evalúo sobre
todo el saber. Por otro lado, el proyecto, participación, trabajo de clase y
trabajo en casa me permiten evaluar más claramente el “saber hacer” y la propia
actitud. La libreta, por ejemplo, funciona como un portafolio que incluye las
producciones escritas del alumnado a lo largo de todo su proceso. Por tanto, me
atrevería a decir que uso suficiente variedad de herramientas: exámenes escritos,
exámenes orales, plantillas de observación, matrices de valoración, portafolios,
observación directa y autoevaluación… Si bien, el valor traducido en porcentaje
que se da a los exámenes (establecido por el departamento) me sigue pareciendo excesivo (60%) en
comparación con el porcentaje establecido para el trabajo por proyectos (20%) y
su evaluación. Quizás tenga buenas herramientas de evaluación, pero siento la
necesidad de establecer más orden en ellas. Me gustaría igualmente poder
alterar el ranking de las mismas y fomentar más la autoevaluación y evaluación
por pares, métodos muy positivos para la adquisición de idiomas.
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